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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Eien no ai | YamaJima | Oneshot

Título: Eien no ai  

Pareja: Yamada Ryosuke/Nakajima Yuto (YamaJima).

Género: Slash, shounen ai, yaoi, lime.

Extensión: Oneshot (1.657 palabras).

Trama: Fluffy (WAFF).

Fiction Rated: M (16+).

Nota: Se siente tan raro y tan lindo a la vez estar de vuelta. Enserio extrañaba actualizar el blog, y tenerlo al día, pero por cuestiones mías nunca lograba escribir un fic completo. Lo bueno es que esta mañana me sentí inspirada, y acá está la muestra. Obviamente, mi idea era regresar con un Hikato, pero no me dio la cabeza para escribir de ellos ._. Es raro en mí, y se sintió feo, pero ya más adelante voy a tener un poco de inspiración, o eso espero  ;w; . Por cierto, hay muchos cambios en el blog, y estoy pensando en hacer un post hablando del tema, pero por ahora aventuren ustedes y disfruten del nuevo diseño del blog que honestamente espero les guste. Y sin más, les dejo con este YamaJima que me hizo poner nostálgica. Disfrútenlo, y espero volver pronto con más. ♥

Se echó sobre la cama y su mano reposó con sutileza sobre su frente, mientras que su organismo hacía el mayor esfuerzo para normalizarse. Una enorme sonrisa curvaba sus labios, imposible de contener, y es que realmente sentía algo que jamás había sentido en su vida. Era una sensación casi indescriptible, una mezcla de paz, alegría, felicidad inmensa, tantos sentimientos encontrados que alborotaban su interior.


Giró su rostro hacia un lado, buscando a aquel acompañante que tan extraño le hacía sentir, y allí le vio, con su frente sudorosa, su pecho subiendo y bajando agitadamente. Para su deleite, el mayor se encontraba totalmente desnudo frente a sus ojos, y creía que la imagen no podía ser más perfecta de lo que ya lo era, pero aquel pensamiento se esfumó cuando el otro giró su rostro en dirección al suyo, y pudo ver en él la sonrisa más  hermosa y deslumbrante que sus ojos habían observado en toda su vida. Se quedó maravillado, mudó, y con el corazón palpitándole con intensidad. Intentó desviar la mirada, pero se le fue imposible, estaba totalmente anonado e hipnotizado. Su amante cambió de posición, recostándose de lado para poder permanecer frente a sí en todo momento, su mirada topó con la del menor, y así permanecieron durante varios minutos, observándose a los ojos y en silencio. Casi sin notarlo, el alto comenzó a voltear su cuerpo de a poco, disminuyendo aquella mínima distancia que separaba sus cuerpos, rodeándole por la cintura y atrayéndole a él para así poder pegar sus cuerpos. El castaño simplemente se dejaba hacer, volviendo  dedicarle una de sus encantadoras sonrisa mientras su mano se posaba sobre la mejilla del menor, moviendo el dedo pulgar sobre ella en una sutil caricia que relajó por completo al otro, quien había comenzado a cerrar sus ojos en muestra de tal estado.

— No te duermas... — Le susurró el mayor al notar lo muy relajado que el menor se encontraba. Acercó su rostro al suyo y comenzó a depositar cortos y sutiles besos sobre  las zonas del mismo que se encontraban a su total disposición, sonriendo encantado al haber podido oír esa pequeña risa divertida que el menor no había logrado contener. — Mamá dijo que vendría a las siete, y son las seis treinta... Debo levantarme, Yuto — Susurró nuevamente, depositando el último beso sobre los labios del nombrado, quien simplemente suspiró con pesadez luego de aquel dulce, nuevo y adictivo tacto. No quería que el mayor se fuese, en ese mismo momento sólo deseaba permanecer a su lado, sólo con él, por horas y horas. Pero no podía. Y sin que el otro pudiese prevenirlo, ambas manos del alto se posaron su cadera, y con una facilidad increíble, le elevó y le colocó con cuidado sobre su propia cadera, sentándolo allí y deleitándose con el adorable sonrojo que se había apropiado de las mejillas del mayor. Rió enternecido sin poder evitarlo, recibiendo a cambio un suave golpe sobre su hombro de parte del castaño, aumentando su ternura y diversión por la situación.
Entre risas, besos robados, caricias y mimos, comenzaron a rodar por la enorme cama que el menor poseía en su cuarto. Besos sutiles que de a poco comenzaban a tomar rumbo e intensidad peligrosa, viéndose obligados a detenerse muy a su pesar, pero regalándose sonrisas que aminoraban ese deseo indescriptible de acariciarse y besarse con pasión que ambos sentían.

— Ryosuke, ¿Recuerdas dónde quedó mi camisa? — Preguntó el alto hacia el mayor, buscando dicha prenda debajo de las almohadas y sábanas, sin recordar hacia dónde había volado cuando el castaño la había mandado a volar en el acto.

— Creo que la arrojé hacia la batería — Respondió con pena el nombrado, riendo con las mejillas entibiadas al ver el momento en el que el alto se había dirigido hacia el instrumento, y efectivamente, había encontrado la camisa que buscaba atorada en uno de los platillos. Entre bromas, silencios intermedios, y claro, sutiles besos que se robaban cada que tenían la oportunidad, sus cuerpos comenzaron a verse cubiertos por las prendas que se colocaban.

— Esto debería ser más incómodo, ¿Verdad? — Cuestionó el alto, atando la agujeta de su tenis derecha mientras observaba el pecho desnudo del mayor con fallado disimulo, haciendo leves muecas cuando su vista comenzó a verse obstruida por la camisa que el mayor se abotonaba.

— ¿Por qué debería serlo? — Replicó Ryosuke con una inevitable sonrisa en el rostro al haber estado atento en cada mueca que se posaba en el rostro del otro, intentando ocultarla cuando el menor elevó la mirada para encontrarse con la suya.

— Porque acabamos de tener sexo, y eso no es normal.
Un silencio opacó el ameno ambiente en el que se encontraban. Yuto tenía total razón, aquel grandioso acto que habían cometido minutos antes no era algo normal, menos entre dos hombres, mucho menos entre dos hombres que eran mejores amigos desde la infancia.

— Yuto... — Murmuró el mayor en un tono pesado, tomando asiento junto al nombrado, recargando su cabeza sobre su hombro. Su mano buscó la suya, y cuando la encontró, sus dedos se entrelazaron con suavidad, en un gesto que nunca en la vida habían compartido, pero que en ese momento, extrañamente se sentía algo sumamente normal. El menor permaneció en silencio, esperando que el más bajo continuase mientras, sin razón aparente, su interior comenzó a revolverse y su corazón dio un brinco inesperado. Estaba nervioso, ansioso, y no sabía por qué.

— Tú me gustas, siempre me has gustado, y no hice lo que hice contigo sólo por querer experimentar... Para mí... Acabamos de hacer el amor... — Susurró finalmente Ryosuke. Fue un susurro tan bajo, que al menor le costó oírle, pero cuando logró interpretar cada una de las palabras dichas por el mayor, su corazón dio un drástico salto, y comenzó a palpitar con intensidad al segundo. Estaba tan impresionado, que no podía creer lo que oía.

Podía sonar tonto que el menor se hubiese sorprendido con una simple confusión, cuando una hora atrás se encontraba teniendo sexo desenfrenado con el mayor, pero así era.

Un bocinazo interrumpió el intenso silencio en el que ambos se habían sumido. La madre de Ryosuke había llegado, y el mayor debía partir. No podía evitar sentir un inmenso alivio por ello, ya que el menor no había respondido a su confesión, y sin darse cuenta había tomado aquel silencio de su parte como un claro rechazo. Siempre lo supo, era imposible que Yuto pudiese corresponder a sus sentimientos. Era simplemente imposible.

Sintió su vista nublarse, y un nudo formarse en su garganta. Alarmado, se puso de pie y tomó su chaqueta que aún reposaba sobre el piso del cuarto del menor. Sin siquiera dirigirle una última mirada, caminó con pasos torpes hacia la puerta del cuarto, sintiendo una corriente de alivio al estar fuera de este. Quería llorar, pero no quería ser visto por el menor, se sentiría humillado y avergonzado de sí mismo. Tomó una bocanada profunda de aire y bajo con prisa las escaleras, se iba a desmoronar en cualquier segundo. Su mano se posó sobre la manija de la puerta, y estaba a punto de abrir la misma para salir al exterior, cuando otra mano ajena se posó sobre la suya, y el mayor inmediatamente se paralizó. Un brazo rodeó su cintura, y su cuerpo se vio jalado con suavidad hacia otro, sin poder impedir aquel acto, sabiendo perfectamente quien se encontraba a sus espaldas. Tragó saliva, totalmente nervioso y sin poder reaccionar, ¿Por qué el menor había ido tras él?

— Yama-chan... — Le susurró en el oído, agitándolo aún más — Tú también me gustas...
Sus ojos se abrieron un tanto más de lo normal, su respiración se detuvo unos momentos, y sus labios se entreabrieron con levedad, como si quisiese emitir una palabra. La mano que aún se encontraba posaba sobre la suya ejerció una leve presión, como si quisiese llamar su atención, e inconscientemente giró su rostro hacia un lado, viendo como de a poco el rostro del menor se iba asomando, posándose sobre su hombro y buscando su mirada, encontrándola al instante. Sus ojos se mantuvieron fijos sobre los del otro durante varios segundos. Había tantas cosas que deseaban decir, pero eran demasiadas, las palabras se enredaban en sus mentes y simplemente se bloqueaban, sin saber qué decir.

El primero en actuar fue el alto, quien llevó ambas manos hacia la cadera del mayor, y con lentitud giró su cuerpo para poder tenerlo frente al suyo, sintiéndose intensamente observado por esos ojos que brillaban como nunca antes lo habían hecho. Se miraron nuevamente, y entendieron que las palabras sobraban al hallar todo aquello que no podían decir en sus miradas.

Tímidos rostros curvaron sus labios en apenadas sonrisas dedicadas mutuamente. Sin darse cuenta, sus miradas a cada momento se sentían más cercanas, y de a poco sus respiraciones se entremezclaron. Los labios del mayor buscaron ansiosamente los del alto, quien al instante aceptó el encuentro, uniéndose en un contacto que les hizo temblar de pies a cabeza. Sus labios se fundieron en esos movimientos que atrapaban los labios del otro, sus respiraciones se mezclaron por completo, y sus lenguas se encontraron en una lucha en donde nadie pretendía dejarse dominar por la otra. Un beso que expresó sentimientos escondidos durante años. Un beso que marcó un antes y un después entre la relación de ambos chicos. Un beso sellando un nuevo amor, un amor que no terminaría, y que siempre estaría vivo, llenando a ambos jóvenes de felicidad desbordante.

Pero los mágicos momentos siempre son grandiosos, deslumbrantes, y poco duraderos. Un nuevo bocinado provocó que ambos labios se separasen, que sus respiraciones chocasen agitadas sobre el rostro del otro, y sus ojos se encontrasen, ahora con cada destello en sus miradas totalmente claros.

— Quédate...

— Mamá va a enfadarse...

— Sabes que dejará que te quedes.

— Lo sé.

Susurros, sonrisas cómplices, miradas destellando felicidad. Definitivamente, aquel sería el comienzo de un eterno amor.


2 comentarios:

  1. Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
    Yamajima necesitaba uno ahora lo leó

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  2. Asdasdasdasdas *A*
    Pero que hermosura de Yamajima
    Hace mucho que no leia algo tan tierno y lleno de emociones >///<

    Me ha gustado demasiado bastante intensa la trama *///*
    Y el final solo me dejo con ganas de más Yamajima *q*

    Muy bueno me gusto

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Un pequeño comentario me haría realmente feliz y tú estarías alentándome a escribir mucho más. Gracias. ♥(: